Hola a todos!!

Por fin tengo un ratito, después de 3 semanitas de dar a luz, así que os cuento cómo fue el parto de mi niña 🙂

Como muchos sabéis, he estado todo el embarazo leyendo mucho sobre el parto respetado, el parto mínimamente intervenido, ventajas, desventajas de cómo parir etc. Tenéis toda mi investigación sobre el parto en este post, y, además he escrito estos otros posts sobre el embarazo por si te pueden ayudar:

Bueno, pues como os contaba en mis posts y publicaciones de Instagram, cuando me quedé embarazada no tenía ni idea de cómo era un parto ni de que había opciones de elegir tu parto. Así que empecé a investigar y a informarme y, después de visitar varios hospitales y a varias matronas, decidí dar a luz en el Hospital MH Nuevo Belén en Madrid, en la unidad de parto natural (mínima intervención).

Mi idea era intentar parir de la forma más natural posible estando abierta y preparada a lo que pudiera surgir… y así fue, la experiencia más dura y a la vez más emocionante que he vivido nunca.

Y ahí va mi historia:

Todo empezó el sábado 15 de diciembre cuando llevaba ya casi 41 semanas de embarazo. Me levanté por la mañana y vi que había expulsado un poco del tapón mucoso. Esta era una señal de que el parto se acercaba pero no tenía que alarmarme todavía. Esa tarde me fui a Ikea y a pasear para ver si llegaba el gran día. Por la tarde expulsé una cantidad aún mayor del tapón. Luego me fui al funeral de la madre de una amiga y ya me encontraba bastante cansada.

Desde esa tarde y por la noche estuve mojando como agua pero era de muy poquito en poquito así que no me asusté mucho pero no pude pegar ojo pensando que podría ponerme de parto.

El domingo 16 seguimos haciendo varias tareas de casa y después quedamos a comer con mi madre. Le conté lo del tapón y las pérdidas de agua y me dijo que debería llamar a la matrona, que igual había roto la bolsa. Yo pensaba que no pero llamé… La matrona me dijo que fuera a urgencias que seguramente habría roto la bolsa y que ya habían pasado bastantes horas, así que podía ser peligroso para el bebé.

Yo estaba tranquila pensando que no podía ser y les dije que después de comer iríamos a casa a por la maleta por si acaso y de ahí al hospital y, acto seguido, mi madre y Tomi se levantaron de la mesa, pedimos todo para llevar y a la media hora estábamos en urgencias jajaj.

Cuando llegué al hospital me dijeron que podía ser una fisura y que el líquido amniótico se pierde más despacio pero que era lo mismo que si rompes aguas. Así que me miraron y sí, se trataba una fisura, y como habían pasado más de 24 horas de “bolsa rota” y no había empezado con las contracciones, tenían que ayudarme a provocarlo.

Llegamos al hospital a las 17h y a las 20.30h me pusieron propes (prostaglandinas) para provocar las contracciones. Empecé con contracciones dolorosas en seguida. Rompí la bolsa del todo. Sobre las 12 de la noche Tomi empezó a cronometrar las contracciones, eran cada 3-4 minutos y dolorosas. Estábamos en la planta y llamamos a la matrona que nos dijo que le llamáramos si tenía ese tipo de contracciones. Me preguntaron si tenía apetito y les dije que sí, y me dijeron, entonces no estás de parto… pensaba que era lo más doloroso que había sentido pero quedaban las contracciones dolorosas de verdad…

Vino una enfermera a las 3 am y me exploró, yo ya no podía más con el dolor de las contracciones, pero solo estaba dilatada de 2cm y el cuello del útero borrado sólo al 50%. Todavía quedaba mucho parto.

Me exploraron 2 veces más y la cosa seguía igual: una a las 7.30 am y otra a las 11.30h, hora en la que decidieron bajarme al paritorio.

Allí me pusieron los monitores y me dijeron que ya había pasado mucho tiempo y que era peligroso para el bebé estar sin líquido y que tenían que ponerme oxitocina para acelerar el parto, esta fue mi cara… sabía que el dolor iba a ser insufrible y que se acercaba la ola de medicalización… No había otra así que acepté. La matrona hizo todo lo que pudo para intentar que me pusiera de parto y no pudo ser más mona y más cariñosa y profesional conmigo.

Me armé de valor y estuve 5 horas de contracciones MUY intensas (con estas si que no tenía ni hambre jajaja), probé varias posturas: la pelota de pilates, la liana, el jacuzzi y solo me “aliviaba” apoyar la cabeza en la cama mientras gritaba como en las pelis. Los baños de agua caliente me aliviaron mucho al principio, pero cuando las contracciones eran muy fuertes no. Esta fase la recuerdo como un martirio chino, una tortura de verdad… un dolor indescriptible.

A las 16.30h me volvieron a explorar: 2cm dilatada y el cuello borrado al 100%. Me dijeron “genial Lucía, lo estas haciendo muy bien, esta es la peor fase, ya queda lo más fácil”. Yo no me creía que, después de todas esas horas de contracciones, todavía quedasen 8cm más para el expulsivo, casi me muero cuando le escuché decir eso.

Vi a Tomi que se iba de la habitación para hablar con ella y me dijo “venga tu puedes!” pero la matrona le dijo que quedaban todavía varias horas para el expulsivo. Aguanté varias contracciones más pero ya estaba desesperada del dolor y pedí la epidural, Tomi me decía que no, que aguantase (era nuestro pacto), hasta que le supliqué que me la pusieran. La matrona me dijo que era lo mejor, que ya había aguantado mucho y que necesitaba coger fuerzas para luego empujar.

Así que vino el anestesista y me la puso (tuve 4 o 5 contracciones mientras me la ponía, casi muero). La anestesia me hizo más efecto más del lado izquierdo que del derecho, una sensación super rara e incómoda, así que me pusieron otro chute para compensar. Tomi se fue a dar una ducha y la matrona se fue también unos minutos y la anestesia me dejo ko, me durmió demasiado y me empecé a agobiar muchísimo, no llegaba ni a coger mi móvil para llamar, me empezó a entrar mucha ansiedad y dolor de cabeza (fue lo peor de todo el parto, más que las contracciones). Aparecieron la matrona y Tomi y yo me puse a llorar del agobio y de pensar que la epidural le había afectado también al bebé. Me quitaron el gotero de la epidural y me pusieron suero con glucosa para recuperarme. Mi pequeña estaba con las constantes perfectas, lo estuvieron durante todo el parto.

Poco a poco se me fue pasando el efecto de la anestesia y del dolor de cabeza y volví a sentir mis piernas y las contracciones, pero ya sin dolor.

A las 20.30h la matrona llamó a la ginecóloga diciendo que ya empezaba la fase del expulsivo y vino para ayudarle.

Empecé a empujar y empujar en cada contracción y el bebé se resistía a salir… gracias a Dios que estaban tanto la matrona como la ginecóloga tranquilas y dispuestas a esperar siempre que no hubiera riesgos… Tomi, que estaba detrás de una cortinilla, se armó de valor y entró en juego y empezó a proponer posturas para que yo pudiera empujar mejor entre contracción y contracción y, después de 35 minutos empujando, a las 41 semanas de embarazo, a las 21.05 del 17 de diciembre de 2.018, nació Indi como si fuera una calamar gigante (Tomi siempre lo cuenta así y me hace mucha gracia jajaja)

Nos pusimos a llorar Tomi, la matrona y yo. Gritamos también, yo me puse a temblar de la emoción y decía “mi hija, mi hija” jajaja. En seguida me la pusieron en contacto piel con piel, fue la sensación más increíble de mi vida. Nació con los ojos super abiertos y estaba gelatinosa pero no tenía el vernix blanquecino, tenía el pelo como engominado así que se le veía más oscuro que ahora. A los 5 minutos de nacer empezó a buscar mi pezón y se enganchó a la primera, como si hubiera aprendido cuando estaba dentro de mi, me quedé flipando. Y desde entonces no se ha desenganchado..

Me dejaron un rato el cordón umbilical y cuando salió la placenta, la ginecóloga la puso en unos papeles de dibujo que habíamos llevado para tener el recuerdo (no te podías llevar la placenta).

Fue parto vaginal y no me hicieron episiotomía ni tuve desgarros, así que ni un punto ;). Utilicé EPINO durante las 3 últimas semanas de embarazo, creo que pudo ayudar.

Aunque no fue mi parto soñado, ni escrito en mi plan, fue la mejor experiencia del mundo y estuve en las mejores manos. Quiero dar las gracias a Laura Lopez, la matrona que fue increíble y estuvo pendiente de todo en cada momento, y a Begoña Arriaga, la ginecóloga que estuvo con muchísima calma y profesionalidad durante el expulsivo. Las dos un 10!!! Y las salas de parto natural del hospital son 5 estrellas, todo un lujo.

Espero haberos ayudado con mi experiencia. Para mi ha sido fundamental informarme y estar preparada para parir y para todo lo que pudiera pasar durante el parto y, aunque fue duro, lo disfruté muchísimo.

Admiro a todas las madres cada día más.

Un abrazo grande